¿POR QUÉ REPARAR ALGO QUE NO DESCOMPUSE?
- Maristas México Occidental
- hace 1 día
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POR: ROBERTO GAMALIEL AVILÉS CANAL, TITULAR NÚCLEO SOLIDARIDAD Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL
REVISTA VOCES DE PROVINCIA | BLOG IV | VOZ ACTIVA
En nuestra historia familiar varios hemos vivido una experiencia de “injusticia” cuando mamá o papá nos hacían responsables de algo que no habíamos descompuesto. Era difícil comprender como niño ¿por qué tendría que reparar algo que alguien más había dañado?, ¿no era más justo que aquel que lo hizo lo arregle?, ¿Por qué mamá o papá no lograron ver que el daño lo hizo alguien más? y ¿Puedes recordar cómo era tu reacción frente a algo injusto? Ciertamente, hay dos respuestas ante las injusticias en la infancia; la primera es desconcierto y confusión por no entender la “lógica adulta”, ¿o la ira o rebeldía frente a la frustración de hacer algo que no tocaba?

¿Por qué reparar la justicia en un mundo roto que nosotros no quebramos? Antes de nuestra llegada a este mundo ya existía la pobreza extrema, la explotación laboral, los abusos de todo tipo, la violencia, el narcotráfico, la migración forzada, crisis ambiental, los abusos de poder y corrupción, solo por mencionar algunos. ¿Qué tiene que ver la realidad descompuesta conmigo? ¿Cuál sería mi reacción correcta frente a las realidades emergentes que suplican apoyo? No hacer nada, permanecer apático, o seguir entretenido, eso sería lo “más justo”, ¿Por qué yo?
Algo que no entendía en la infancia era que éramos una familia y el hecho de estar relacionados, el compartir “una casa común” nos genera un sentido de identidad, en mi caso nos hacía familia y a nivel social nos hace comunidad y esto hace la diferencia, entendí que el desastre del otro es mío también, esto no suena lógico, pero cuando estamos relacionados, cuando compartimos vida tu desorden se convierte parte de mí.
Motivar a la solidaridad no solo es un acto bonito de caridad, soy solidario porque el otro que es mi hermano y hermana y que habita en el mismo lugar que yo, y al no tener trabajo, acceso a la educación, a la salud, al ser víctima de la pobreza y la violencia se convierte en un asunto común, en asunto familiar y en asunto personal, se nos ha olvidado que estamos tan cercanos, que lo que le afecta al otro me afecta a mí.
Ser solidario es una respuesta vital, se trata de cuidar y generar vida. De la misma manera que nos afecta directamente el medio ambiente y podemos sentir la contaminación al respirar, de ese mismo modo las muertes por violencia, los abusos constantes de poder, el hambre y la exclusión están en ambiente social generando inseguridad, miedo e impotencia. Compartir casa, vivir en una misma sociedad y habitar en este mismo mundo nos hace vivir bajo un mismo ambiente, y recuerda que es el ambiente lo que nos permite sobrevivir, extinguirnos o evolucionar.

Te has preguntado, ¿qué tanto potencial de cambio tienen tus acciones para mejorar el ambiente social que compartimos? ¿Qué pasaría si comenzamos a reparar lo que no hemos roto? Dentro de la teoría de caos de Edward Lorenz (1960), refiere como pequeños cambios en las condiciones iniciales de un sistema pueden generar grandes diferencias en el resultado final, a este evento Lorenz ilustró con la metáfora de “El aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas”. Arreglar lo dañado de todo lo que no está funcionando en nuestra sociedad nos puede parecer de entrada imposible. ¿Puedo soñar que mis pequeños aleteos de esperanza pueden generar un tornado de justicia?
Estamos pasando como país y mundo por un tiempo de mucha incertidumbre, y si algo nos detiene para dar el primer aleteo es nuestra sobrevivencia, tal vez, esperamos a que otros den los aleteos que pueda transformar la realidad porque tienen más potencial que nosotros. Sin embargo, ¿cuánto hay que esperar para dar los primeros aleteos hacia la transformación social?

La primera vez que escuché el relato del encuentro de Marcelino con el joven Montagne me llevó a pensar sobre el impacto que tuvo ese encuentro en Marcelino y su vida. Esa noche se encontró con una realidad, niñas y niños que morían sin conocer a Jesús y sin educación. Siempre pienso cómo fue esa noche para Marcelino después del encuentro. ¿Habrá medido el tamaño de sus alas y su impacto?, no cabe duda que fue un encuentro providencial. Pero, esta historia que nos dice a nosotros el día de hoy, ¿cómo es que un acto de solidaridad logró generar tal impacto hasta llevar a Marcelino a fundar a los hermanos meses después?
¿Por qué reparar lo que no hemos descompuesto? Porque tal vez en este encuentro con las realidades, en una experiencia de solidaridad nos encontremos con alas rotas como las del joven Montagne y desaten en nosotros un tornado de esperanza que nos lleve a descubrir todo el potencial que tenemos de reparar lo que otros han roto; una sociedad más fraterna, un ambiente social con más paz, en otras palabras, tal vez podría encontrar, como Marcelino, en la relación con el otro que está roto nuestro sentido de vida, nuestro por qué y para qué vivimos.
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