POR: H. Enrique Escobar
Jesús está vivo porque hay chavas y chavos que se regalan la oportunidad de vivir una semana, aprendiendo de la gente sencilla y con ella. ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!
Jesús está vivo porque Erika, mamá de un bebé de 6 meses 3 semanas, que pesó 1 kilo 970 gramos, grita desde el fondo de su corazón: ¡SOLO DIOS SABE SI MI BEBÉ VIVIRÁ! Y Valentín anda correteando por Palancares.
Jesús está vivo porque una alumna, seleccionada estatal de volibol, opta por ir de misiones soltando muchas semanas y meses entrenando construyendo su sueño de ganarse un lugar.
Jesús está vivo porque Faustina, Chacha y Elías, Erika y José Ángel, Delfino y Gaudelia, Tencha, Cuca y Juan, Eloísa (a sus 88 años) con su hija Chela, Lily y Darío con Rosa y Don Chuy nos comparten los alimentos.
Jesús está vivo porque Kiko nos presta un cuarto donde dormir y su baño. Y la comunidad nos prestan deliciosas camas para dormir estos día.
Jesús está vivo porque Lore, Vale y Bernardo se entregan a las niñas y niños, preparando y compartiendo la buena nueva de Jesús; además dirigen las celebraciones, compartiendo desde el corazón su experiencia y dándonos a Jesús pan partido y compartido, porque aprendieron a hacer pan y tortillas, porque después de varios días sin señal, decían: qué descanso no tener internet.
Jesús está vivo porque toda la comunidad se reúne el último día para compartir una sabrosísima birria de chivo para despedirnos.
Jesús está vivo porque en lo más íntimo de mi ser y en cada una de mis células explota una gran alegría y agradecimiento por haber vivido así mi semana santa.
