Por: Alejandro de la Torre
Formación Profesional: Licenciado en Derecho, Licenciado en Psicología, Especialidad en Metodología de la Enseñanza, Maestría en Educación. Diplomados en Derechos de la Infancia, Derechos Humanos y en Métodos Alternos de Solución de Conflictos.
Experiencia: Coordinador de Desarrollo Académico en la Secretaría de Educación Jalisco. Actualmente Coordinador de Protección Infantil en el Colegio Cervantes Costa Rica.
Actualmente: Prevención, atención y difusión a la CEM del CCCR de situaciones relacionadas con la protección infantil.
REVISTA VOCES DE PROVINCIA \ AÑO II EDICIÓN 02 | VOZ ACTIVA
La cultura de paz es un tema que últimamente se ha escuchado con mayor intensidad, tanto que, de tanta información, genera una preocupante desinformación. Hemos aprendido a “simular la paz” y pensar que ser indiferente y ciego ante la violencia, generará un ambiente de paz y esto no es así. La cultura de paz es más que la ausencia de conflicto; es pensar, actuar, vivir, cuidar y generar paz en nuestros corazones y una vez hecho esto, replicarlo en los demás, es reconocer que ir por la vida anhelando que el conflicto no llegue, es innecesario ya que llegará, es parte de la vida. Los valores, la comunicación y el respeto determinarán la intensidad, prevalencia y frecuencia del mismo. Así que tenemos que dejar de ver el conflicto como algo negativo, lo verdaderamente negativo es no resolver el conflicto desde el corazón o incluso pretender “resolverlo” con métodos violentos.
“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. Martin Luther King, “el sencillo arte de vivir como hermanos”. A lo largo de la historia se nos ha enseñado que la violencia, el miedo e individualismo, son necesarios para subsistir en sociedad, pero qué pasaría si lo cambiáramos por el diálogo, el respeto y la empatía.
Es indispensable identificar que la cultura de paz no es la meta sino el camino, este camino que representa un proceso de esperanza, donde está inmersa la reestructuración social que es tan necesaria para la sana convivencia en la sociedad.
El ámbito educativo representa una oportunidad invaluable, ya que somos parte de la formación de estudiantes. Se dice que estamos formando los futuros ciudadanos que influirán en las decisiones de la sociedad adulta, pero que en lo personal estoy convencido que ya forman parte fundamental de las mismas, somos agentes de cambio, figuras de confianza, referentes de vocación y amor; ya que se tiene que estar enamorado de la práctica educativa para vivirla y disfrutarla, y eso es simplemente maravilloso. Es importante comprender que dicha oportunidad nos permite “dejar huella” y vivir en futuras generaciones, ser eterno en los corazones de otras personas, es muy bello pero al mismo tiempo es un compromiso permanente.
La mediación, conciliación, negociación y arbitraje, son algunos métodos de resolución de conflictos que se pueden emplear en la vida diaria, pero que toman un sentido especial en el ámbito educativo, ya que al emplearlos para darle solución a una situación de desavenencia en el aula resulta muy efectivo efectivo. Es pensar en tres momentos del conflicto fundamentales, el “antes, el ahora y el después”, es decir, hablar del “antes” es indagar sobre qué pasó antes del conflicto, saber que está motivando esta disconformidad, cuáles son los intereses de las partes involucradas y con ello sentar las bases para comprender el “ahora”, que es saber qué están sintiendo las partes, reconocer y hacer que reconozcan lo que están sintiendo, saber escuchar de una manera activa, que el canal de la comunicación se fundamente en diálogo asertivo, respeto y empatía, generar acuerdos y compromisos para atender el “después”, que es el momento más olvidado, es generar las condiciones idóneas para que no se repita el hecho, para garantizar que exista un aprendizaje en las partes involucradas y que dicho aprendizaje se aplique en su vida y sirva como antecedente que les permita en el futuro resolver conflictos teniendo como base el amor, el diálogo y la empatía. No es el camino más fácil ya que muchas veces es desconocido y nos saca de la zona de confort, pero sí es el camino correcto, es ser consciente de que dicho cambio debe ser integral y se dará así solo al involucrar a todas las partes que conforman la comunidad educativa; familia, escuela y comunidad. El cambio no será inmediato, es un proceso que se construye momento a momento. De no detenerse la violencia irá en ascenso, pero la cultura de paz también, una vez que comienza no se detiene y va contagiando a más personas, hagamos que no se detenga y siga replicándose.
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